lunes, 3 de mayo de 2010

Regreso al infierno (Joe Saco, Notas al pie de Gaza)


Por Pablo Martínez Pita.

Joe Sacco es uno de esos autores que, con sus viñetas, consigue hacer una especie de aguadilla al lector. Nos sumerge en una historia real, con lo que no existe la escapatoria de pensar que todo lo que ocurre es producto de la siniestra imaginación de un guionista. Ello acrecienta la sensación de ahogo, de inquietud, de claustrofobia ante una situación, que además, carece de cualquier atisbo de esperanza. De vez en cuando uno tiene la necesidad de dejar el libro y tomar aire. Notas al pie de Gaza es el relato de una espiral de violencia sin fin; y lo que aumenta esa sensación de desasosiego es que da igual lo listo, tonto, guapo o feo que sea uno. Cualquiera puede ser víctima, de forma arbitraria, por estar en mal momento en el sitio inoportuno.

Jugarse el tipo. Este es uno de los grandes méritos de las novelas gráficas de Joe Sacco. Están contadas en primera persona, en estilo periodístico. Él convive con los palestinos, anda con ellos por las callejuelas, se asoma a balcones peligrosos (una casa deshabitada con una torreta de vigilancia enfrente), escucha el sonido de las ametralladoras, sufre horas de espera en coche cuando quiere trasladarse de una ciudad a otra, corre cuando tiene delante un tanque. El trasfondo político está muy presente desde la primera hasta la última viñeta, y uno puede estar de acuerdo o no con su punto de vista, pensar que resulta partidista, pero lo cierto es que se juega el tipo por contar sus historias. No las vive desde un hotel o desde internet.

El dibujante estadounidense de orígenes malteses regresa en este libro al paisaje descrito en Palestina, en la franja de Gaza, publicada por capítulos entre 1993 y 1995, y que le valió un American Book Award. El objetivo, en esta ocasión, no es solamente presentar la vida diaria en este sitio infernal, sino ciertos acontecimientos que ocurrieron en 1956. Pero, allí donde la historia se construye día a día, es complicado separar la actualidad del pasado. Incluso algunos compañeros le muestran su extrañeza y desacuerdo por interesarse por sucesos remotos, cuando están sufriendo la ocupación en ese momento. Una frase resume el parecer del autor: ojalá dentro de cincuenta años alguien recuerde lo que hoy está ocurriendo.

Filtrar y reconstuir. En cuanto a la línea argumental, por un lado está la búsqueda de supervivientes, de testigos. Joe Sacco, como si estuviera elaborando un reportaje, habla con decenas de personas, a las que encuentra tras arduas búsquedas, y muchos lloran al recordar los acontecimientos de hace medio siglo. A partir de ahí va reconstruyendo los hechos, filtrando lo que no concuerda con otros relatos, y juntando las piezas de un rompecabezas. Así, de forma intermitente, contemplamos la incursión del ejército israelí, a las órdenes de Moshe Dayan, en busca de guerrilleros palestinos, llamados en aquellos tiempos fedayines. Aquello se convierte en una matanza indiscriminada de hombres palestinos, de entre 15 y 60 años, en los pueblos de Rafah y Khan Younis. La justificación ante Naciones Unidas fue la resistencia encontrada por parte de sus habitantes y la presencia de alborotadores, una versión puesta en duda por los propios observadores internacionales.

Pero, como ya hemos dicho, los acontecimientos diarios se solapan, con especial parada en la demolición de casas en Rafah, junto a la frontera con Egipto, y frente a la zona ocupada por las tropas judías, y que tienen el objetivo de destruir los túneles utilizados para el contrabando de objetos de consumo y armas. A todo ello se suma la creciente tensión provocada por la inminente intervención de Estados Unidos en Irak.

No hay futuro. De paso, conocemos la historia de Khaled, un antiguo guerrillero obligado a vivir bajo la constante amenaza de muerte. Y la dura vida diaria de los habitantes de un lugar considerado como zona de guerra. Cuando en un conflicto se pone nombre y apellido a sus protagonistas, el frío número de víctimas pasa a adquirir un nuevo significado.

En general, el retrato de Gaza resulta más maduro, completo y apasionante que en su anterior visita al conflicto, en los primeros años noventa. Aquí se habla del pasado y del presente. Del futuro resulta imposible, porque no hay más futuro que la repetición indefinida de la violencia. Incluso las fotografías que llegan hoy día de las agencias de noticias parecen repetir las mismas tomas desde hace muchos años. Y nada va a cambiar.

Mucho se compara a Joe Sacco con Robert Crumb por el trazo de sus dibujos. Y sí se parecen, con ese estilo underground en blanco y negro, pero el humor grueso del segundo poco tiene que ver con la realidad pura y dura de Sacco. Este también se permite ciertos momentos de humor, pero es la risa nerviosa del que vive y escucha situaciones límite.

http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=14466&num=947&sec=42

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