El autor italiano ilustró la portada a contrarreloj
GEMMA TRAMULLAS/BARCELONA
Salió de Verona (Italia) el martes por la tarde y 24 horas después llegaba a la redacción de EL PERIÓDICO para ilustrar la portada de hoy. Milo Manara, uno de los mejores dibujantes de la historia del cómic, había aceptado el reto de pintar la actualidad a contrarreloj, un verdadero desafío para un artista de gesto lento, un hombre de pocas palabras y un viajero pausado y con cierta fobia a los aviones que el año pasado se desplazó a Buenos Aires en un barco mercante y que, a Barcelona, llegó en coche.Manara trajo con él dos maletines negros, donde guarda sus acuarelas y su colección de pinceles. Siempre viaja con ellos, porque nunca deja de dibujar. Solo lo hizo en una ocasión, precisamente durante su última visita a Barcelona, porque le robaron uno de los maletines. Perdió una cajita de acuarelas que le había regalado su maestro y amigo, Hugo Pratt (el creador de Corto Maltés), un legado de un valor sentimental incalculable.A su llegada a la redacción de EL PERIÓDICO le esperaban los dibujantes de la casa, Horacio Altuna y Ferreres, con los que comentó las viñetas del día, especialmente el dibujo de Berlusconi vendiendo humo firmado por Ferreres. Manara sonrió al fijarse en los zapatos con tacón de il cavaliere: "Es verdad que lleva una plantilla alzadora por dentro", dijo.Alguna vez Manara hizo dibujos para La Repubblica y L'Espresso, pero siempre con días de antelación. La experiencia de asistir a un consejo de redacción y pintar la portada en poco más de cuatro horas era totalmente nueva para él. "Cuando yo hice la portada el año pasado, tuve más tiempo", le advirtió Altuna. Él arqueó las cejas.
GEMMA TRAMULLAS/BARCELONA
Salió de Verona (Italia) el martes por la tarde y 24 horas después llegaba a la redacción de EL PERIÓDICO para ilustrar la portada de hoy. Milo Manara, uno de los mejores dibujantes de la historia del cómic, había aceptado el reto de pintar la actualidad a contrarreloj, un verdadero desafío para un artista de gesto lento, un hombre de pocas palabras y un viajero pausado y con cierta fobia a los aviones que el año pasado se desplazó a Buenos Aires en un barco mercante y que, a Barcelona, llegó en coche.Manara trajo con él dos maletines negros, donde guarda sus acuarelas y su colección de pinceles. Siempre viaja con ellos, porque nunca deja de dibujar. Solo lo hizo en una ocasión, precisamente durante su última visita a Barcelona, porque le robaron uno de los maletines. Perdió una cajita de acuarelas que le había regalado su maestro y amigo, Hugo Pratt (el creador de Corto Maltés), un legado de un valor sentimental incalculable.A su llegada a la redacción de EL PERIÓDICO le esperaban los dibujantes de la casa, Horacio Altuna y Ferreres, con los que comentó las viñetas del día, especialmente el dibujo de Berlusconi vendiendo humo firmado por Ferreres. Manara sonrió al fijarse en los zapatos con tacón de il cavaliere: "Es verdad que lleva una plantilla alzadora por dentro", dijo.Alguna vez Manara hizo dibujos para La Repubblica y L'Espresso, pero siempre con días de antelación. La experiencia de asistir a un consejo de redacción y pintar la portada en poco más de cuatro horas era totalmente nueva para él. "Cuando yo hice la portada el año pasado, tuve más tiempo", le advirtió Altuna. Él arqueó las cejas.
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