viernes, 18 de abril de 2008

KITCHEN NO BAJA LA GUARDIA A FAVOR DE LA LIBERTAD DE EXPRESION EN EL MUNDO DEL COMIC EN EEUU


El icono del cómic independiente y underground estadounidense, Denis Kitchen, no baja la guardia en su lucha a favor de la libertad de expresión para los artistas, editores y distribuidores de libros de este género en EEUU, y defiende un sistema de etiquetas que permitan identificar si una historieta es apta para menores.

Dibujante, escritor, editor y empresario, Kitchen impartió una conferencia en la 26 edición del Salón Internacional del Cómic de Barcelona para promover y exponer el trabajo que realiza su fundación sin ánimo de lucro Comic Book Legal Defense Fund (CBLDF), creada en 1986 después que el propietario de una tienda de Chicago fuera acusado de posesión y venta de manterial obsceno.

“Es importante entender las diferencias culturales que existen entre EEUU y Europa. EEUU es una sociedad extraordinariamente religiosa y con una actitud casi victoriana, especialmente en lo que se refiere al sexo”, indicó. El problema en su país, según puntualizó, es que en las legislaciones locales y estatales no van contra los artistas, pero sí atacan a los distribuidores y vendedores, pues están concebidas como un mecanismo para proteger a los menores de edad, de menos de 18 años.

“Nuestro sentimiento es preservar la libertad cada vez que sea desafiada. Es una lucha constante. Se trata de proteger a los eslabones más débiles de la cadena. Si no fuera por esto muchas librerías a EEUU hubieran cerrado”, señaló Kitchen, quien recauda 200.000 dólares al año para ayudar legalmente a los vendedores de cómics que tienen problema con la justicia.Desde la CBLDF, el editor de figuras reconocidas como Harvey Kurtzam, Robert Crunch o Will Esiner, intenta promover un sistema de etiquetas que permitan al distribuidor o librero vender sin el miedo de que sea perseguido, multado o demandado, aunque reconoce que existen muchos artistas y comerciantes del sector del cómic en EEUU que se oponen a esta regulación. “No hay un sistema obligatoria de etiquetas que diga que tal libro es para adultos, por lo que existe un vacío . Compadezco al librero que tiene que ir con pies de plomo cuando vende cómics, especialmente cuando en EEUU se publican 700 colecciones cada més.

Aunque un 99 por ciento de la publicación es válida, una simple escena, puede ser la consecuencia de una demanda”, indicó.Kitchen no se apabulla y piensa continuar luchando para mejorar las condiciones de la industria del cómic, y su base es la CBLDF, que aunque no actúa como grupo de presión, sí que permite concienciar a los ciudadanos de la necesidad de respetar la primera enmienda de la Constitución de EEUU, que se refiere al respeto a la libertad de expresión.



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